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10.000 pasos adelante




Metabolismo y glándula tiroidea, no son los únicos culpables de nuestros males del sobrepeso.

 El carácter e idiosincrasia de cada uno y el sedentarismo determinan aún más
, la tendencia que podamos tener cada uno de nosotros en engordar, o lo contrario, de comer casi de todo sin preocuparnos de la báscula.

 Independientemente del tipo de metabolismo que tengamos cada uno de nosotros, más activo, o un poco más lento de lo normal, perdemos peso, debido al fenómeno de la transformación de los alimentos en energía: es catabolismo cuando lo perdemos en exceso, o anabolismo si el gasto energético es menor, y ganamos peso a expensas tanto del aumento de la grasa corporal como de músculo.

 Cierto es que la glándula tiroidea también influye con la función que desempeña en nuestro organismo, tanto en el hipertiroidismo como en el hipotiroidismo.

 Sin embargo, nuestro carácter y nuestra forma y modo de ser con la que interactuamos en la vida, hace que influya en gran medida, el gasto energético de nuestro organismo.

 Personas activas, dinámicas, inquietas, y de movimiento continuo, consumen y gastan más energía que la persona más tranquilas, sosegadas, pausadas y sedentarias.
 El metabolismo no cambia, lo que cambian son las personas con sus actitudes, y modificación de hábitos a lo largo de la vida.

 Con una tendencia al sedentarismo se conseguirá que los ingresos calóricos a través de los alimentos, superen a los gastos de nuestro organismo, y por consiguiente un aumento del peso con todo lo que esto conlleva.
Siendo más activos revertiremos este proceso.
 Multitud de estudios animan a modificar este proceso y a evitar el sedentarismo, mediante el conocido método de los 10.000 pasos.

 La única manera lógica de conseguir este objetivo de los 10.000 pasos, es con la rutina diaria de realizar todos los días un paseo mínimo de 1 hora y 15 minutos ( 6.500 pasos aprox.), para que junto a la mínima actividad del resto del día se pueda alcanzar el objetivo propuesto, y evitar así el sedentarismo.
Si queremos además combatir el sobrepeso deberíamos introducir en cada paseo una alternancia de fases de cambios de ritmos para activar también el pulso cardíaco y por ende la actividad metabólica y el consumo de oxígeno. Esto provocaría mantener durante muchas más horas el metabolismo activo una vez finalizado el paseo rutinario y por consiguiente, un mayor gasto energético.  

Si a todo esto, añadimos una alimentación saludable, con sus porciones justas, pero sin renunciar a algún capricho, dejaremos de creer que la culpa de nuestro sobrepeso es debido a  nuestro metabolismo, a que  retenemos líquidos, o que la crisis del 2007 nos marcó para siempre.